Monday, August 31, 2015

DE SER MAMA

Momento mágico, sublime y creador. Estallido de permanencia condimentado de amor que permitió que mi instrumento de existencia pudiera prosperar.
Siempre supe que la maternidad sería una pieza clave en mi caminar, pero no imagine su interminable majestuosidad, el halo de arte convertido en emoción que la rodea, la capacidad de profunda transformación que genera, ni el hechizo eterno en el que me sumergiría.
La primera noticia me revolvió el alma en una simbiosis de emociones indescriptible, pero gracias al tiempo por suceder, se asentó lo trascendente y ahí empezó el resplandor.
Durante la gestación trataba de balancear la hojarasca de emociones que me cubría, entre el miedo a que mi mama no sobreviviera, el terror de perder  a mi niña adorada y la alegría de ver cada amanecer acercando la resolución final. Esa incertidumbre interminable era suavizada como terciopelo por mi tía y nuestras amigas que nos inundaron cada centímetro de aire hasta convertir la oscuridad en luminiscencia.
Y a pesar de todo, el proceso de creación de mi pequeña pieza de arte viviente fue hermoso. La magia siguió sucediendo hasta el día que terminó de germinar en mí y llegó ese pequeño y esperado ser a restaurarme, a reconstruir mis derrumbes, a desarrollar una armadura de convicción por vivir tan plenamente que solo ella la podía labrar, día a día durante 9 meses, sin siquiera percibir el inmenso cambio en mi conformación. 
El sublime día que llegó  entendí mi existencia, brotó en mi cada partícula de idolatría, protección y ternura posibles para a partir de ahí, impregnarme de ella eternamente y transformar mi yo temeroso, irresoluto y eventual. 
Hoy gracias a ella permanezco en transformación, construyendo desde mi origen la unidad de mi naturaleza de mujer, de persona, de instrumento creador de perpetuidad. Porque me empuja hacia el acantilado cuando me asedia el temor, me satura de fascinación con su sonrisa, me impregna las mañanas de coloridos panoramas en tonos pastel, me cubre las heridas con sus pinceladas, me rompe los bosquejos y me reconstruye la estructura para convertir esta vida en cielo estrellado bajo las olas del mar.      
Gracias a mi niña por estar aquí, por elegirme, te amo infinitamente.
       

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